Javier B. empezó a vender tomates a personas conocidas. También en el mismo colegio. “Muchos los vendí a 4 euros el kilo. En algunos supermercados gourmet los puedes encontrar a 7 u 8 euros”, esgrime. Y la experiencia fue positiva. “A la gente le gustó bastante el producto, y el precio les pareció razonable”. Hasta hubo un restaurante barcelonés que se interesó. “Les envié unas cuantas cajas y les gustó mucho”.
Javier., que quiere ser ingeniero agrónomo, lo tiene todo pensado. Cuando sea mayor de edad, dará de alta la empresa. “Ahora la marca (El tomate rosado, el rey del tomate) está registrada a nombre de mi padre porque yo soy menor de edad”, explica Javier. La verdad es que parte del trabajo ya lo tiene hecho. Cuenta con el logotipo de la futura compañía, incluso con las cajas de reparto, “que están personalizadas con el logo de la marca”.
Ahora ya conocemos otra iniciativa para comprar tomates directamente del agricultor: a Javier o al "El Rey del Tomate"